Me niego, me persigo, me encuentro. Del valor surge un mundo entre llamas.
Reinvento, lloro, pataleo, abrazo y siento.
Lloro los templos construidos por mis yoes viejos, refulgentes un día y minados,
promesas de un futuro equivocado que no me deja salir pero me deja continuar.
¿Dónde está el monolito encerado, perfecto y noble que asomaba de la tierra?
Ese que un día pareció torcer la órbita de la luna.
Incrustada sobre mi pecho cada marioneta viste ropas extrañas. Las aprieto con un amor que las destruye en el intento de que no se vuelvan polvo.
Y me pliego cansado al destino fatuo y vencedor, humillante rostro torturador de egos, y navego en sus aguas del olvido arrancándole las nostalgias que son mías.
Con la esperanza de conservar la esperanza de que no haya sido.
Con resabio de dolor de pasado y con espumas de rabia feroz en la boca del futuro.
Consumiendo mis últimas cenizas en el fuego eternamente terco y repetido que no se cansa de volver a matarme.
Nutriéndome de angustias e impotencias prolijamente guardadas en el casillero del corazón donde nunca cesan las lluvias saladas, para explotar nuevamente en mil bigbanes, crear mi nuevo mundo con el germen del pasado que no fue para que engendre el que será.
Y lo desafío, como un gladiador insolente y nuevo.
Y lo recorro, como un explorador.
Sergio W
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"...y me encontré a mitad del tiempo sobrevolando los cielos y el infierno"
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