Internet: Eliminando las Fronteras Humanas Publicado por Sergei , miércoles, octubre 01, 2008 at 1:49 a.m., in Categorías: Ensayos, Escritos

Lo esencial es invisible a los ojos...

Esta mañana el cielo está gris como plomo y amenaza cumplir durante el día una especie de promesa acuosa y estridente.
Sin embargo no he reparado demasiado en ello, pues venía pensando en escribir algunas líneas, como está siendo habitual durante mi trayecto de los días Lunes a Colonia.
Hoy he corroborado que los oficiales de migraciones se alteran y se distraen si uno les comenta que el hall está lleno de chinos. Esa sola idea (y el hecho de que tendrán que atenderlos) los perturba y prácticamente pasan por alto la foto vieja de mi documento que siempre me conminan a renovar.
Creo que podré demorar este cambio por un buen tiempo con este tipo de estrategia.
Pero lo que me interesa ahora es hablar sobre el muy interesante fin de semana que he tenido.
No tanto de las circunstancias en sí, sino más de las sensaciones que me ha provocado y de lo que me ha llevado a concluir.
Como muchos sabrán, hablo del encuentro sabinero realizado en Rosario, Argentina, el 27/9/2008. Comencemos:

Desde hace buen tiempo soy de los partidarios a pensar que la buena utilización de medios como Internet, aplicado a las relaciones sociales y humanas, efectivamente puede brindarnos el conocimiento de personas y amigos de calidad humana y afinidad personal excepcionales, frecuentemente con mayor facilidad y eficacia que mediante la utilización de los medios directos tradicionales.
Creo que la principal ventaja y causa de esto es la inversión sistemática del orden tradicional del proceso del conocimiento de personas.
En el orden tradicional imperan, inherentes al funcionamiento evolutivo del cerebro humano, unas leyes y comportamientos que aplicamos sin darnos cuenta, producto de antiquísimas conductas de supervivencia: los preconceptos o juicios previos.
Eso que frecuentemente haría que una persona cómo yo, por ejemplo, no dedicara suficiente tiempo a conocer en profundidad a una persona de, digamos, unos veinte a veinticuatro años, ya que al prejuzgar su probable inmadurez se evitaría a sí mismo una pérdida "segura" de tiempo. Al igual que otros aspectos físicos, muchas veces circunstanciales o irrelevantes, como la imagen, la voz, su tono, modismos, costumbres, incluso género, etcétera, nos limitan excesivamente la posibilidades de conocer gente interesante.
Sumado a esto, las limitantes más difícilmente infranqueables, como las distancias geográficas, temas económicos, sociales o de índole similar.
La mayoría de estos preconceptos o barreras limitantes pueden ser franqueados fácilmente con el uso del todavía nuevo medio de democratización e igualdad por excelencia: la internet.
Estas importantes ventajas se ven además dramáticamente potenciadas, como en este caso, cuando existen algunos poderosos catalizadores como son los intereses en común, sean estos la música, la poesía, una particular forma de ver la vida, etcétera.
¿Pero cuál es la naturaleza fundamental de esta inversión en el proceso de conocimiento interhumano?
La respuesta a este interrogante radica en el hecho de que la internet nos despoja, al menos hasta el presente, de todas esas características físicas y barreras que conforman nuestros preconceptos. Entonces uno no tiene más remedio que conocer a nuestros congéneres comenzando por su esencia misma, sus ideas, su forma de pensar, sus opiniones, sus gustos, sus emociones. Todo esto de una forma muy natural y franca, ya que uno tiene cierta confianza extra, que desde un primer momento le brinda el no estar directamente en frente de otra persona de carne y hueso.
Luego, esta transparencia se incorpora a las relaciones naturalmente y es un condimento extra para la misma.
Podemos considerar al ser humano como un todo que puede ser decompuesto en múltiples perspectivas individuales, donde ningún subconjunto de ellas puede definirlo cabalmente separadas del resto.
Muchas de esas perspectivas son fuertemente circunstanciales, no en el sentido de temporales sino más bien en un sentido de accidentes más o menos permanentes de la historia del individuo. Sin embargo estas circunstancias influyen todas en mayor o menor grado en la definición de la persona.
Claro que hay otras características mucho más permanentes e importantes que podríamos considerar, digamos, esenciales. O sea que representan con un buen nivel de exactitud lo que podríamos denominar “la esencia del individuo”
Esta esencia suele no ser lo primero que se nota cuando uno comienza a conocer a otra persona, porque todos estamos rodeados de una serie de ‘”cáscaras de material circunstancial”, podríamos decir.
Y las relaciones sociales por internet suelen llevarnos más directamente a la esencia de las otras personas.
Además, salvo que uno sea una persona con muchísimas relaciones sociales en el sentido tradicional, la internet nos da la posibilidad de explorar y filtrar mucho más rápidamente aquellas personas más interesantes según nuestro criterio, por tener un mayor grado de afinidad.
Una vez logrado un cierto conocimiento sobre la esencia de las otras personas con las que uno elige relacionarse por estos medios modernos de comunicación, parece surgir una necesidad natural de conocer otras perspectivas referentes a ellas.
Un primer paso obvio es conocerla físicamente, una imagen de ella, es decir una fotografía, por ejemplo.
Luego podríamos estar interesados en conocer el timbre de su voz, su forma de hablar, las entonaciones, etcétera. Estos condimentos de la personalidad, que conocidos en primer lugar podrían funcionar como un disparador prematuro de la formación de una falsa imagen mental de otro individuo, si son conocidos “luego” de conocer la “esencia” de la otra persona pueden aportar un importante nivel fino de detalle en el mutuo conocimiento.
Llegado cierto punto, uno puede comenzarse a estancar en una imagen congelada, aumentada en gran medida por esta otra perspectiva de la voz, pero que no deja de ser una especie de película donde los actores y los objetos casi nunca se mueven.
Es en este momento cuando uno necesita contactarse ya en forma directa y personal con la o las otras personas. Y aquí surge toda una gama totalmente nueva de perspectivas, donde además de comenzar a ver la película con actores en movimiento, se produce una fuerte integración de todas las demás facetas vistas anteriormente. Y, además, se comienzan a notar características o detalles nuevos, o a reafirmar percepciones y suposiciones que anteriormente fueron deduciéndose de una forma más bien lógica.
Como anteriormente decíamos, se ha invertido el orden en el proceso del conocimiento interhumano, con la ventaja de haber conocido muy probablemente a las personas correctas de acuerdo a nuestras afinidades y gustos. Lo cual puede derivar en amistades más interesantes y en vínculos afectivos más fuertes y duraderos.
Y cuando estas relaciones se cruzan y se producen entre varias personas en forma grupal, entonces se generan grupos de amigos con gran compatibilidad de caracteres, más allá de las diferencias de personalidad, que contribuyen, por cierto, a la variedad.
Entre las desventajas obvias de este tipo de relaciones humanas, podemos mencionar principalmente las distancias geográficas que pueden ser grandes, e imposibilitar el contacto personal. Pero esto tiene por otro lado un cierto atractivo, ya que nos abre posibilidades de relaciones con otras sociedades y sus costumbres.
Lo más paradójico de estas tecnologías, y que mucha gente mayor o neófita no ve, es que al contrario de deshumanizarnos, herramientas tecnológicas como la internet nos relacionan mucho más entre nosotros de una forma totalmente humana, y nos acercan al corazón de los otros. Algo que muchas veces no es fácil de lograr en las relaciones diarias.
En definitiva, una comunión de almas, un viaje hacia la esencia de las personas, hacia lo que es invisible a los ojos.

Sergio W