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Pensamiento. Destrucción y Construcción

La vida es un niño jugando,
su pasatiempo es encastrar y apilar bloques
de su juego de piezas.
Juega a imaginar que lo que arma
son figuras de su imaginación hechas realidad,
aunque sólo sean una pila informe de piezas.
Pero por momentos descubre que las figuras
no son las que él imagina.
Entonces destruye su obra
y vuelve a empezar.
Vuelve a armar, a menudo con el mismo resultado,
y vuelve a deshacer lo que hizo.
Disfruta el armar
pero más el destruir.
Si así no fuera,
no podría aprender a armar mejores figuras,
más fieles a sus pretensiones.
Y vuelve a comezar a armar,
y vuelve a destruir.
No le molesta el esfuerzo de armar
porque sabe que luego lo podrá destruir.
Y no le molesta destruir su trabajo
porque disfruta hacerlo.
En su interior
yace el germen precioso de la destrucción,
destrucción que él disfruta sin saber por qué.
Y a medida que arma sus figuras
aprende a perfeccionarlas.
Su juego se convierte en Construcción.
A medida que aprende a construir,
perfecciona su arte,
siempre retorna a la destrucción.
Debe destruir para perfeccionarse,
para mejorar, para madurar.
Claro que comienza a costarle más
destruir su trabajo.
Se da cuenta que para avanzar
debe dejar partes firmes construidas,
sin destruir,
y sólo destruir lo que no aporte
a la construcción en su conjunto.
Pero ahora corre un riesgo:
no querer destruir lo que no sirve,
perder la sensualidad del artista,
que es capaz de destruir su obra
una y mil veces,
hasta lograr lo que realmente quiere.
Encasillarse en preconstrucciones o
moldes suyos o ajenos.
Perder la originalidad, la creatividad,
la imaginación.
Aceptar un mundo preconcebido.
Ésto, el niño primero,
nunca lo hubiera permitido.
Pero, por otro lado,
la locura del artista y del niño
debe combinarla con su maduración
y la construcción de su obra final.
Por eso debe conocer el delicado balance
entre la periódica destrucción creativa
y la construcción continua que,
en la etapa madura,
debe prevalecer.
La etapa primigenia de destrucción continua
no es sino un entrenamiento y aprendizaje
para la etapa productiva.
En ésta última es donde se deben obtener
los objetivos de la vida.
Si perdemos esto de vista
estaremos siempre construyendo
y destruyendo pequeñas obras vanas,
a veces para intentar construir
una obra perfecta en sí misma,
pero no construiremos nuestro destino.

Sergio W

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"...y me encontré a mitad del tiempo sobrevolando los cielos y el infierno"
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